domingo, 17 de abril de 2011

Ten Minutes (Cortometraje)

UN LIBRO EN BLANCO

Una hoja en blanco. Cuánto vacío. Palabras que empiezan a desnudarse y poco a poco van juntándose para formar historias, para crear recuerdos. Vacía como era el libro aún en blanco de tu vida hace 20 años, cuando apenas eras una criaturita más que llegaba al mundo deseando llenar esas páginas con innumerables recuerdos y experiencias, dejarlos grabados para siempre. Eras una niña inteligente y curiosa, siempre buscando explorar tus al rededores. Desde muy temprana edad aprendiste a hablar y lo hacías muy bien para ser tan pequeña. Tenías tantas cosas que contar que tal vez las mismas palabras te quedaban cortas.

¿Recuerdas cuánta atracción te causaban aquellos objetos desconocidos, de tantos tamaños y colores, que solías ver en cada casa que frecuentabas? Siempre has sido detallista y observadora, la intriga no podías dejarla sin resolver. Encontraste la manera de conocerlos y hacerte amiga de ellos. A decir verdad no fue una tarea difícil, había miles de ellos en todas partes, incluso en el colegio te enseñaron a quererlos y explorarlos mejor. Libros. Sí, libros. Los aprendiste a querer y ellos a ti. Qué increible cuántas cosas pueden reducirse a un determinado número de páginas, cuántos secretos y verdades esconden tras sus portadas. 

Pero ellos no lo eran todo, existía una amiga más especial que no tardó en conocerte y convertirse en parte fundamental de tu vida: la escritura. Has crecido junto a ella, siempre ha sido tu amiga fiel y no hay nadie que te conozca como ella. Sabe guardar tus más intimos secretos y conoce la mejor forma de expresar los más profundos sentimientos. Siempre has sabido que plasmarla sobre un papel crea un pacto entre tú y ella, una promesa que inmortaliza todo lo que sobre ella se cruza. Es la mejor forma de desahogar el alma y por eso la has sabido apreciar tanto. 

Tanto ella como tú han aprendido a madurar juntas, a perfeccionarse y a apreciarse.  Siempre estás pendiente de ella y tus viejos amigos. Amigos que con el paso del tiempo has dejado un poco relegados a las repisas de tu habitación, pero nunca de tu corazón. Amigos que nunca te han fallado ni lo haran, son la mejor compañía, la mejor distracción y la mayor fuente de sabiduría. Sabes que ellos te harán ser mejor cada día. Al igual que la escritura, ella nunca te abandona, no puedes vivir sin ella, ahora lo sabes muy bien. Con su ayuda has ido escribiendo tu propia historia, has ido llenando cada página del libro de tu vida hasta el último rincon y has aprendido a ser lo que eres, lo que serás en un futuro que construyes cada día mejor. ¿Una hoja en blanco? ¿Cuánto vacío? Ninguno. Ya nunca más. 

EL SUEÑO ETERNO

Se acerca diciembre. Ya se inundan las calles de luces, cantos y alegría navideña. Todo se ilumina y cobra más vida que nunca, la gente se contagia de emoción y nostalgia esperando noche buena. Miles de sueños y deseos se liberan al viento esperando ser cumplidos. Todos ellos tienen la posibilidad de lograrlo, todos menos los míos. ¿Qué pasa con los míos?... Ya no existen, ya no cuentan. Añoré tanto esta época del año que me parece mentira estar viendo frente a mí el final de mi camino. Qué corto camino por cierto. Veinte años se quedan cortos al lado de la infinidad de momentos que desde ahora quedaron en sueños.

Jamás sentí tantas emociones y sensaciones juntas. Nunca quise imaginar cómo sería este momento, quise evitar el tema, pero a todos nos llega la hora. Veo la gente tiritar de frío y yo no lo siento. No he comido en más de 30 horas y no siento hambre. Para ser sincera sigo sin entender muy bien lo que sucede, o tal vez sólo prefiero creer que no es cierto. Veo todo mi entorno tan familiar, tan conocido, tan recorrido, pero ya no es mio. Todo se ve tan cerca de mi pero está más lejos que nunca. La angustia me invade, se apodera de mi ser y lentamente se convierte en desespero. Irónicamente siento mi corazón latiendo más fuerte que nunca, cuando en verdad varias horas atrás dejó de hacerlo. Siento que me falta el aire, pero no me ahogo, la verdad es que ya no lo necesito.

¿Será muy tarde para arrepentirme de todos los errores que cometí? Me duele pensar en la cantidad de cosas que en su momento preferí callar y sólo me herían por dentro. Ahora desde acá todo se ve muy distinto, todo es más claro y no necesito hablar para entenderlo. Escucho unas voces angelicales cantándome al oido, pero no vienen precisamente del cielo, sino de la tierra. De allá abajo donde solía posarse mi pequeño cuerpo. Allá donde mi voz hacía parte de aquella hermosa melodía y ya no lo hace, ahora sólo queda una silla vacía. Ya no canto, no puedo hacerlo, pero en este momento no necesito más que lo que escucho. Nunca antes escuché tanta pasión, fuerza y sentimiento en aquel cantar. Nunca vi en aquellos rostros tanta sinceridad y entrega a pesar de las lágrimas. Jamás imaginé una mejor manera de decir adiós. 

Todo se oscureció de repente para mi, pero sé que allá afuera hay luz y la volveré a ver en algún momento. No me siento sola como temía. Reencontré cariños que tiempo atrás pensé haber perdido para siempre. No sé qué vendrá ahora para mi, pero sé que para el resto ya no puedo ser más que un recuerdo, una llama encendida en una vela que dejo para que ayude a iluminar el camino de quienes hicieron el mio más claro. ¿Qué día es hoy? ¿Qué hora?... Es la hora de decir adiós. Hasta luego.

UN EJEMPLO DE VIDA

Desde que tengo memoria, una de las personas que más importancia ha tenido en mi formación como persona, es mi abuela materna Evangelina. "Lita" o "Li", como le decimos sus nietos, ha sido siempre la fuente de sabiduría y la voz de la experiencia más sólida de esta familia. A sus 77 años de vida, ya lleva con ella más de 20 de viuda, los cuales ha dedicado a cuidar de sus 6 hijos y 8 nietos. Siendo venezolanos de nacimiento, tanto Lita como sus hijos, han vivido la mayor parte de su vida en Colombia, país que aman y defienden como suyo. Sin embargo, la única hermana de Evangelina aún vive en Maracaibo, razón por la cual viaja ocasionalmente a su país natal de visita. 

Lita es una mujer pequeña, su estatura apenas alcanza el metro y medio. Su cara es delicada y tierna a pesar de las arrugas que ya cubren gran parte de ella, las cuales no duda en disimular con maquillaje. Su pelo es un aspecto clave en su apariencia; todos los meses acude a su cita en la peluquería para conservar el tono de cabello castaño claro intacto. Se peina cuidadosamente en las mañanas con ayuda de un par de rulos, haciendo que el viento sea un gran enemigo; puede despeinarse. Además, adora las chaquetas y las bufandas porque suele vivir con frío. 

La lectura es uno de los mayores pasatiempos de mi abuelita, especialmente las novelas, las cuales disfruta una y otra vez al releer. Tiene una biblioteca envidiable, la cual inspiró mi pasión por los libros desde pequeña. Su apartamento se encuentra a pocas cuadras de distancia del mio, lo cual facilita que yo vaya a visitarla constantemente, para acompañarla y compartir tiempo con ella. Los crucigramas y concursos televisivos sobre cultura general, también son de su especial agrado; no le queda difícil responder la mayoría de interrogantes, es una mujer muy sabia. 

Algunos años atrás, mi viejita debió enfrentar con valentía la aparición de cancer en uno de sus senos. A pesar del dolor y las incomodidades, se mostró siempre fuerte y firme, por lo cual supo salir adelante con la sonrisa que la caracteriza. También le ayudó su creencia en el catolicismo, el cual ha sido siempre su motor de vida. Todos los días sin falta, madruga a misa en la iglesia de San Tarsicio, que queda en la esquina de su casa. Reza el rosario en las tardes, tiene un pequeño altar en su cuarto con flores, lleva imágenes de la virgen siempre en su cartera y nos da la bendición al despedirse. 

A ella la escogí como mi madrina de confirmación, razón por la cual siempre se despide de mí diciéndome ''bendición madrina''. Fueron precisamente ésas las últimas palabras que le escuché decir. En navidad fue a Maracaibo a visitar a su hermana, en un viaje sin regreso a causa de un derrame cerebral. Ése no sería un feliz año nuevo para la familia, ni para ella que no lo vio llegar. Sin embargo su vida es un ejemplo a seguir, indudablemente.

Lita: Esta vez, ni tus angelitos te pudieron salvar, pero te llevaron con ellos para ser ahora el angelito que cuida de nosotros. Gracias por tu ''bendición madrina'' y por todo lo que me enseñaste.

En memoria de Evangelina Añez de Tovar  (Octubre 1931 - Enero 2009)

LA PEQUEÑA GRAN SORPRESA -HISTORIA DE MI PREHISTORIA-

Ya se acercaba la fecha para completar el séptimo mes en aquél caluroso lugar. Era el único que conocía pero para entonces, la permanencia se había hecho menos cómoda, el espacio se reducía y no había cómo moverse libremente. Llegó el día del control con el médico pero el papá no pudo asistir por cuestiones laborales. La mamá, sin embargo, feliz con el progreso de su primer embarazo, decidió asistir a la cita acompañada por su suegra. Un par de horas después, su esposo recibió una llamada inesperada a su oficina, una voz masculina le decía: "No se preocupe pero hay ruptura de membranas, sufrimiento fetal agudo, la bebe está meconiada y debemos operar de emergencia para salvarles la vida, tanto a su hija como a su esposa". La expresión en su cara al colgar era tal que el paciente a quien atendía en su consultorio médico  en ese momento, sin dudar le dijo: "No sé qué pasó, pero parece ser una urgencia. Tranquilo vaya a atenderla''. Tan rápido como pudo llegó a la clínica pero su esposa ya se encontraba en sala de cirugía en compañía de dos ginecobstetras por la gravedad de la situación, indicio que no auguraba nada bueno. 

Los médicos se dedicaban árduamente a su labor, mientras que sendas enfermeras se encargaban de secarles el sudor que corría a raudales por sus frentes. Por otro lado, la madre que aún estaba conciente, ya que la anestesia era local, apretaba fuertemente la mano de su esposo y se preguntaba por qué se sentía tan mareada. Él, a su vez, pasaba saliva y sentía temblar sus piernas al ver los ingentes esfuerzos del anestesiólogo por manterlas vivas con la rápida infusión de varios litros de suero endovenoso. Temía enormemente tener que elegir salvarle la vida únicamente a una de ellas. La pérdida de sangre era impresionante,  pero en medio de la oscura situación un rayo de luz ilumina la sala y un fuerte grito rompe el tensionante silencio. Contra todo pronóstico, la vida triunfa para las dos mujeres. A pesar de ser una bebé prematura, muy pequeña y delicada, fue rápidamente estabilizada por los médicos. Una cesárea extrañamente exitosa, podría decirse. 

Mientras se esperaba que la crisis estuviera controlada con el nacimiento, lo peor apenas se acercaba. Los médicos estaban más preocupados que antes ya que el estado de salud de la madre empeoraba y no dejaba de sangrar. Cruzaba por una situación poco frecuente para ellos y bastante grave. La placenta se negaba a desprenderse del útero, lo cual impedía detener el sangrado. Los especialistas se hallaron en una encrucijada ya que salvarle la vida requería retirarle el útero, gran dilema puesto que ella era aún muy joven y aquel era su primer embarazo. Con gran valentía se arriesgaron a intentar lo más difícil y riesgoso. Después de poner gran cantidad de puntos tras puntos, lograron lo imposible: detener la hemorragia, salvar el útero y la vida de ella. Indudablemente se merecen el título de héroes pero no lo habrían logrado sin la acertada colaboración del anestesiólogo y sus litros de suero. 

Contrario a lo esperado, la recuperación de la bebé fue fácil y favorable. En cambio, el postoperatorio de la mamá fue el más difícil y doloroso. Ella, a pesar de toda molestia y dolor, soportó siempre con templanza y más fuerza que nunca, demostrando su gran valentía y fortaleza. Todo esfuerzo vale la pena por la vida de un hijo, aspecto que fue claramente comprobado y recompensado 6 años después con el nacimiento de su segundo y saludable hijo.


-NST-

DE TU AUSENCIA



¿Y si algún día me faltas?
Si la tierra decide alejar tu camino del mío,
Si el sol, egoísta, decide borrar tu reflejo de mi ventana,
Si la luz de la luna deja de acompañar tu imagen en cada anochecer,
¿Si algún día, tal vez no muy lejano, me arrebataran tu abrazo y la claridad de tu sonrisa?
Dejaría de verte caminar alegremente,
Ya no esperaría verte aparecer al cruzar la esquina,
Seguramente no volverías a crear poesía alguna,
O a cantar melodía cualquiera.
Si llegara ese día en que desaparezcas de la nada,
Si pasaras de aquí al otro lado sin darte cuenta,
Dejarías un vacío en mi alma,
Y añoraría poder resguardarme en tu regazo…
Sé que no podré evitar ese momento en que llegue la hora,
Tu hora, o la mía quizá,
Pero también sé, que pase lo que pase,
Permanecerás en mi recuerdo.
Jamás se borrará la eternidad de tu sonrisa,
La sinceridad de tus ojos,
La humildad de tu abrazo,
La alegría de tus cantos.
Jamás dejaré de sentirte presente,
Vigilando mis noches,
Acompañando mis días.
Jamás olvidaré la fortaleza de tu mirada,
Las innumerables veces que causaste una sonrisa en mi cara,
La huella que imprimiste en mi historia,
Nuestra historia; infinita, inmortal, inigualable.


T.A. R.M.D.

-NST-