domingo, 17 de abril de 2011

UN EJEMPLO DE VIDA

Desde que tengo memoria, una de las personas que más importancia ha tenido en mi formación como persona, es mi abuela materna Evangelina. "Lita" o "Li", como le decimos sus nietos, ha sido siempre la fuente de sabiduría y la voz de la experiencia más sólida de esta familia. A sus 77 años de vida, ya lleva con ella más de 20 de viuda, los cuales ha dedicado a cuidar de sus 6 hijos y 8 nietos. Siendo venezolanos de nacimiento, tanto Lita como sus hijos, han vivido la mayor parte de su vida en Colombia, país que aman y defienden como suyo. Sin embargo, la única hermana de Evangelina aún vive en Maracaibo, razón por la cual viaja ocasionalmente a su país natal de visita. 

Lita es una mujer pequeña, su estatura apenas alcanza el metro y medio. Su cara es delicada y tierna a pesar de las arrugas que ya cubren gran parte de ella, las cuales no duda en disimular con maquillaje. Su pelo es un aspecto clave en su apariencia; todos los meses acude a su cita en la peluquería para conservar el tono de cabello castaño claro intacto. Se peina cuidadosamente en las mañanas con ayuda de un par de rulos, haciendo que el viento sea un gran enemigo; puede despeinarse. Además, adora las chaquetas y las bufandas porque suele vivir con frío. 

La lectura es uno de los mayores pasatiempos de mi abuelita, especialmente las novelas, las cuales disfruta una y otra vez al releer. Tiene una biblioteca envidiable, la cual inspiró mi pasión por los libros desde pequeña. Su apartamento se encuentra a pocas cuadras de distancia del mio, lo cual facilita que yo vaya a visitarla constantemente, para acompañarla y compartir tiempo con ella. Los crucigramas y concursos televisivos sobre cultura general, también son de su especial agrado; no le queda difícil responder la mayoría de interrogantes, es una mujer muy sabia. 

Algunos años atrás, mi viejita debió enfrentar con valentía la aparición de cancer en uno de sus senos. A pesar del dolor y las incomodidades, se mostró siempre fuerte y firme, por lo cual supo salir adelante con la sonrisa que la caracteriza. También le ayudó su creencia en el catolicismo, el cual ha sido siempre su motor de vida. Todos los días sin falta, madruga a misa en la iglesia de San Tarsicio, que queda en la esquina de su casa. Reza el rosario en las tardes, tiene un pequeño altar en su cuarto con flores, lleva imágenes de la virgen siempre en su cartera y nos da la bendición al despedirse. 

A ella la escogí como mi madrina de confirmación, razón por la cual siempre se despide de mí diciéndome ''bendición madrina''. Fueron precisamente ésas las últimas palabras que le escuché decir. En navidad fue a Maracaibo a visitar a su hermana, en un viaje sin regreso a causa de un derrame cerebral. Ése no sería un feliz año nuevo para la familia, ni para ella que no lo vio llegar. Sin embargo su vida es un ejemplo a seguir, indudablemente.

Lita: Esta vez, ni tus angelitos te pudieron salvar, pero te llevaron con ellos para ser ahora el angelito que cuida de nosotros. Gracias por tu ''bendición madrina'' y por todo lo que me enseñaste.

En memoria de Evangelina Añez de Tovar  (Octubre 1931 - Enero 2009)

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